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Enrique Urquijo, el alma melancólica de la música española, no solo fue un cantante, fue un narrador de historias cotidianas convertidas en poemas. ¿Sabías que antes de conquistar los corazones con canciones como «Aunque Tú No Lo Sepas», vendía discos en el Rastro de Madrid? Una faceta poco conocida que revela su pasión por la música desde sus inicios. Prepárate para descubrir los secretos detrás de su voz inconfundible y su legado eterno.
Nacido en Madrid en 1960, Enrique creció en un ambiente familiar donde la música siempre estuvo presente. Su padre era ingeniero, pero un gran aficionado al jazz, lo que influyó en su temprana inclinación por las melodías. Desde muy joven, Enrique sintió la necesidad de expresar sus emociones a través de la música, comenzando a tocar la armónica y la guitarra de forma autodidacta. Cuenta la leyenda que compuso su primera canción, un tema sobre un desamor adolescente, con tan solo 16 años, revelando su talento innato para transformar el dolor en arte.
Y precisamente hablando de su evolución artística, no te pierdas su videoclip de «Aunque Tu No Lo Sepas», una joya audiovisual que captura la esencia de su poesía urbana:
Como puedes ver, su estilo evocador y su voz rasgada transmiten una profunda emotividad. Pero volvamos a su historia, porque hay mucho más que contar…
Tras formar varios grupos en la escena underground madrileña, Enrique Urquijo encontró su voz definitiva en Los Secretos. Con ellos, cosechó éxitos inigualables como «Déjame», convirtiéndose en un himno generacional. Pero la vida de Enrique no estuvo exenta de altibajos. La presión del éxito, las adicciones y las pérdidas personales marcaron su trayectoria, aunque siempre supo renacer de sus cenizas, transformando su vulnerabilidad en canciones aún más conmovedoras. Un punto de inflexión fue la creación de Enrique Urquijo y Los Problemas, un proyecto paralelo donde exploró sonidos más íntimos y personales, demostrando su versatilidad artística.
Pocos saben que, además de la música, Enrique era un apasionado coleccionista de objetos antiguos, especialmente radios y gramófonos. Le fascinaba la idea de rescatar del olvido aparatos que habían sido testigos de otras épocas. También era un gran aficionado al cine clásico, admirando a directores como Billy Wilder y Orson Welles. Y una curiosidad más: siempre llevaba consigo una libreta donde anotaba frases y versos que le inspiraban, convirtiéndose en la materia prima de sus canciones.
Aunque Enrique Urquijo nos dejó demasiado pronto, su legado musical sigue vivo en cada nota, en cada verso, en cada corazón que se ha emocionado con sus canciones. Su influencia en la música española es innegable, inspirando a nuevas generaciones de artistas a cantar al amor, al desamor y a la vida misma con honestidad y pasión. Escuchar hoy sus canciones es un homenaje a su memoria y un recordatorio de que la belleza puede surgir incluso en los momentos más oscuros.
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