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Peret, el rey de la rumba catalana, nos dejó un legado musical imborrable. Pero, ¿sabías que su «El Muerto Vivo» resurgió con una fuerza inesperada gracias a una colaboración explosiva con Marina, de Ojos de Brujo? Una combinación que revitalizó un clásico y lo acercó a nuevas generaciones. Prepárate para descubrir la historia detrás de este artista único y cómo su música sigue viva.
Nacido como Pedro Pubill Calaf en Mataró, Barcelona, Peret creció en el seno de una familia gitana con una fuerte tradición musical. Desde niño, se empapó del flamenco y la rumba que resonaban en las calles de su barrio. Su habilidad con la guitarra era innata, y pronto comenzó a tocar en bodas y fiestas familiares. Fue su abuelo quien le regaló su primera guitarra, un instrumento que se convertiría en su fiel compañero y la llave para abrir las puertas del éxito.
Y precisamente hablando de su capacidad para reinventarse y conectar con nuevas audiencias, no te pierdas su electrizante colaboración con Marina, de Ojos de Brujo, en una nueva versión de «El Muerto Vivo»:
Como puedes ver, la energía de Peret se fusiona a la perfección con el toque moderno de Marina, creando una explosión de ritmo y sabor. Pero volvamos a los orígenes de esta leyenda…
La década de los 60 marcó el inicio de su ascenso meteórico. Con su estilo único, fusionando rumba, rock and roll y ritmos latinos, Peret conquistó los escenarios de toda España. Sus canciones se convirtieron en la banda sonora de una época, llenando las pistas de baile y los corazones de miles de personas. Participó en el Festival de Eurovisión en 1974, representando a España con su tema «Canta y sé feliz,» un himno a la alegría y al optimismo que resonó en toda Europa.
Más allá de su faceta musical, Peret era un hombre sencillo y cercano a su gente. Amaba la cocina tradicional catalana y disfrutaba compartiendo momentos con su familia y amigos. Pocos saben que era un apasionado coleccionista de guitarras antiguas y que dedicaba horas a restaurarlas y mantenerlas en perfecto estado. También era un gran aficionado al fútbol, seguidor incondicional del FC Barcelona.
Aunque Peret nos dejó en 2014, su música sigue viva gracias a artistas como Marina, que se atreven a reinterpretar sus clásicos y acercarlos a nuevas generaciones. Su legado perdura como un símbolo de la alegría, la vitalidad y el espíritu festivo de la rumba catalana. Su influencia se puede sentir en la música de muchos artistas actuales que han bebido de su fuente inagotable de ritmo y energía.
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